Hace 7 años me despidieron. Fue la primera vez que me despedían. Era principios del 2008. Se empezaba a hablar de crisis económica pero ninguno podíamos imaginarnos lo que se nos venía encima.
En aquella época no era visto con la normalidad de ahora el hecho de que la empresa te despidiese. Se solía pensar que si ocurría era porque algo “malo” habrías hecho o porque tu profesionalidad dejaba bastante que desear.
«Cuando el despido es lo mejor que te puede pasar»

Sin embargo, aquél despido fue lo mejor que me pudo pasar en todos los años que llevo trabajando.
Durante muchos pensé, supongo que como muchas personas, que si trabajas y hacías las cosas como la empresa esperaba de ti todo iría bien. O al menos eso es lo que nos vendieron en aquellos años de borrachera económica que vivimos.

Estaba preparada para asumir más responsabilidad, para promocionar, para tener un equipo a mi cargo, para manejar un presupuesto abultado….. estaba preparada para todo menos para el despido y esa sensación que se le queda a uno cuando no lo ve venir y tampoco lo espera.
Tiempo después he podido analizar todo lo que pasó con cierta perspectiva, lo que me ha permitido poder extraer una serie de enseñanzas:
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Rehuimos el fracaso como quien huye de su peor enemigo: una de mis peores sensaciones era la de sentirme fracasada, la sensación de humillación que me produjo aquello. Me daba vergüenza cosas tan tontas como ir a comprar el pan a las 12 de la mañana porque pensaba que los demás sabrían que no estaba trabajando. Y para mí aquello era algo vergonzoso. Estaba más preocupada en lo que los demás pudiesen pensar que lo que de verdad me estaba pasando. Y lo que me estaba pasando era tan sencillo como que necesitaba reorganizar mi escala de valores y volver a reencontrarme conmigo misma. ¿Cuántos de nosotros vivimos alejados de nuestra propia esencia, simplemente persiguiendo un sueño que no existe o no es posible alcanzarlo?
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Estamos preparados para conseguir todo lo que nos proponemos pero no para afrontar un traspiés, independientemente de las causas. Fue mi primer y, hasta la fecha, único despido. Vivía en la vorágine del éxito. Había conseguido todo lo que me había propuesto. La gente me auguraba grandes cosas pero nadie me habló de la posibilidad de que me pudiesen despedir. Vaya por delante que no considero mi despido como un traspiés, sino como una oportunidad para replantearme muchas cosas a nivel personal y profesional.
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Es habitual que persigamos unos sueños que no son nuestros, sino que más bien son unos “deberías” o “tienes que”. Me recuerdo a mi misma diciéndome “a tal edad deberías haber conseguido tal cosa” o “tengo que ser la más preparado en algo en concreto”. Vivía por y para el trabajo. Mi situación personal me lo permitía y consideraba que era el momento de hacer un esfuerzo extra para alcanzar lo que quería, o aquello que pensaba que deseaba. Nunca encontraba el momento ideal para tener un hijo porque dentro de la fantasía laboral que me había creado no tenía cabida.
«Lo importante era conseguir llegar cuanto más alto mejor para demostrar(me) que podía hacerlo.»
Sólo busqué trabajo durante 3 meses y volví a trabajar de nuevo.
Sin embargo, algo dentro de mí se había roto y sabía que yo no volvería a ser la de siempre: había empezado a descubrir que llevaba años persiguiendo un sueño que ya no quería vivir.
Ya no quería ser la mejor, ni llegar al puesto más alto, ni ser la más reconocida.
Sólo quería disfrutar con mi trabajo y recuperar la esencia de mi profesión: las personas.
Para poder llegar a ello tuve, primero que recomponer todas las piezas de mi propio puzzle que se habían esparcido por mi camino profesional durante varios años.
Sólo así pude convertirme en mi mejor versión para dar lo mejor de mí.
Bienvenido despido.
«Here comes the sun,
Here comes the sun,
And I say
It’s alright«
Isabel Iglesias
Puedes contactar con Isabel en Talentia Human Resources , twitter, LinkedIn.
Gracias chicos, de corazón, por haberme invitado a vuestra casa y por cederme un trocito de espacio para contar mi historia.
Para mí, esto supone el final de una etapa que, aunque fue muy dolorosa, me ha traído tantas cosas buenas que no puedo por más que estar agradecida.
Gracias de nuevo por contar mi historia.
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Gracias a ti, Isabel Iglesias, es un honor y un lujo el poder publicar historias como esta en la iniciativa.
Gracias por el regalo que nos has hecho.
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A Isabel la conozco indirectamente, vía Celia Hil, sé que es una persona que afronta los retos con valentía y una gran profesional, en este escrito nos aporta una vivencia que creo muy motivadora.
Cuando los niños crecen de golpe (estirón), les duelen las articulaciones. Las situaciones difíciles en la vida son nuestros estirones de adultos y con ellas nos toca crecer.
Aquí os dejo un complemento que espero os resulte de ayuda:
http://www.nanopublik.com/nanocartoon/reirono_mantente.html
Isabel es un ejemplo de que se pueden vencer las dificultades perseverando y manteniendo a salvo nuestra autoestima, no dejando que los miedos, las creencias, las presiones, el desánimo y el pasado, nos lastren en nuestro camino hacia un futuro lleno de oportunidades.
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Gracias, como siempre, ideasland, por acompañarnos un lunes más y por ayudarnos a aportar valor y contenidos al post.
Buen lunes.
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Muchísimas gracias Ideasland por tu comentario.
Me gusta el ejemplo que has usado del estirón de los niños porque de alguna manera eso también nos pasa a los adultos cuando sentimos la necesidad de crecer y salir de nuestra zona de confort.
Para mí, esas molestias no son más que el indicio de que estás oxidado :-).
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Excelente Isabel como siempre.
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Gracias, Eva, por pasar a visitarnos. Nos alegra mucho que te haya gustado el post de Isabel.
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Gracias amiga por estar siempre ahí y por tus palabras.
Isabel
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Tampoco yo imaginé que, después de tanto esfuerzo y sacrificio, de lucha y de renuncias personales, me llegara ese momento del «eres prescindible». Pero, por suerte, y desde el primer momento, lo vi muy claro: ahora mi esfuerzo, mi trabajo y mi sacrificio lo iba a enfocar en mi interés. Ya iba siendo hora de darme la oportunidad de crear mi propio proyecto, la ocasión de emprender una aventura maravillosa. Y ahí estoy, construyendo un camino maravilloso, ilusionante y que me apasiona: la enseñanza. No se si al final alcanzaré mi meta, pero estoy disfrutando cada día, cada logro y cada recodo del camino.
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Gracias, Ana, por pasarte por aquí. Te deseamos muchos éxitos, seguro que alcanzarás la meta.
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Ana, lo importante es haberlo intentado y no quedarse con la sensación de que podrías haberlo hecho y no lo hiciste por miedo o vergüenza torera. Y si no sale, seguro que tu experiencia resultará de ayuda para otro proyecto.
Ánimo!!
Isabel
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Que buenos comentarios y el titulo describe perfectamente muchos casos.
En realidad la experiencia se fortalece de todo lo que nos pasa y el despido es una circunstancia que hace parte del trabajo, la diferencia esta justamente en la forma de verlo, ya sabemos que desafortunadamente hay personas que ven el vaso medio vacío cuando el mismo vaso otras personas lo ven medio lleno y por eso es importante considerar que cuando se trabaja «duro» o cuando se hacen «sacrificios» para crecer y avanzar en una organización, independientemente de cuanto hagas, el porcentaje que pueda presentarse un despido es bastante alto por el simple hecho de ser dependiente y porque pueden llegar a presentarse variables que ni tu, ni muchas veces tus jefes pueden determinar y allí es cuando se debe evaluar que tanto «invertí» en aprender el negocio, en crecer profesionalmente o en aprovechar de buena manera todas las herramientas que en el momento se tuvieron para el desarrollo del trabajo que se tenia, porque justamente esa sera la primer carta de presentación ante si mismo una vez estés en la condición de desempleado (empezar a ver el vaso medio lleno).
Hay personas muy juiciosas que inician en una posición dentro de una organización y se «gradúan» en esa posición haciendo un trabajo efectivo durante varios años y si les preguntas cuanto tiempo llevan en la organización, orgullosamente dicen 5, 10, 15 o mas años, cuando en realidad solo llevan un año, repetido 4, 9,14 o mas años.
La única forma que no te despidan es cuando eres el dueño de la organización o cuando llegas a una edad de jubilación en la que te aconsejan o decides retirarte, de resto, el «despido» o «consejo de renuncia» siempre estará presente como una parte de tu contrato laboral y si llega a presentarse, entonces puede que sea el momento de avanzar independientemente y pasar de ser empleado a ser empleador teniendo en cuenta todo lo aprendido con el trabajo «duro» y/o con los «sacrificios».
Recordemos ver siempre el vaso medio lleno.
Un abrazo a todos.
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Buenos días Jorge y bienvenido. Gracias por hacernos una visita y por aportarnos tanto valor, a este espacio, con tu comentario.
Gracias de corazón.
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