“No puede ser”, “Esto no puede pasarme a mi” “¿Por qué yo?, ¿Por qué a mí?” “Qué mala suerte”…
Esta es la versión light de lo que me dije a mi misma el día que fui consciente de que volvía a encontrarme en situación de desempleada.
Había conseguido un buen empleo. De los que hacen que tus padres se sientan orgullosos de ti. Buenas condiciones económicas, cerca de casa, excelente equipo de trabajo. Me sentía útil, comprometida con mi empleo, valorada y, además, tenía las mejores compañeras en el día a día que podáis imaginar. Todo iba rodado… y ¡zas!
Entendí de golpe lo que significaba esa palabra que últimamente había oído tanto: ERE. Largos días de rumores, de estaré o no en la dichosa lista, de malentendidos, de conflictos, de preocupación, ¿rumores lo he dicho ya? Y un día después de Navidad, la tortura de la incertidumbre se acabó. A empezar de nuevo.
Hice cosas mal, muchas cosas.

Dejé entrar en mi vida y a sus anchas a la inferioridad, a la culpa y a la vergüenza. Venían decididas a asentarse en mi cabeza. Lucharon y, en demasiadas ocasiones, ganaron a mi optimismo y a mi entusiasmo. La confianza perdía todas las batallas. Incluso, la necesaria y aceptada tristeza, trató de borrar mi sonrisa más tiempo del aceptable.
Por un tiempo, seguí haciendo cosas mal. Evité quedar con personas muy importantes para mí para tratar de ocultar esa imaginaria debilidad. Durante días busqué razones para justificar por qué me había pasado a mí. Recrearme en “mi desgracia” se convertía en tónica general.
Cuando un día me sorprendí cambiando de planes porque no me apetecía enfrentarme con alguien conocido y que me preguntara por mi situación, dije: ¡hasta aquí podíamos llegar!
Y decidí empezar a hacer cosas diferentes:
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Dejé de ser el centro del Universo.
Si, era una situación difícil. Y sí, objetivamente, era una gaita que me hubiera pasado. Pero tenía herramientas, apoyo, sabía cómo hacerlo bien y las que no tuve me las busqué. Lo que estaba claro es que aquello no se trataba de una conspiración contra mí. Muchas personas pasaban cada día por situaciones bastante peores que la mía e incluso, algunas de ellas, estaban a mi lado. Así que dejé de quejarme y me lancé a la acción.
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Me enfrenté a mi proceso de Cambio.
No tenía un problema, no era algo negativo en sí mismo. Tenía una nueva situación, un cambio. En mi mano estaba hacer cosas para resultar beneficiada de ese cambio.
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Me escuché, me contemplé, me mimé.
Estuve atenta a lo que me estaba pasando, sin negar emociones, sin fingir estar bien cuando no lo estaba y sin dejarme arrastrar por las nubes negras. Ser consciente de lo que estaba sintiendo como principal indicador de qué quiero hacer con esto que estoy sintiendo me ayudó mucho.
Me puse en valor, fui a buscar mis armas. Aquellas que tantas veces me habían dejado salir de situaciones similares con relativo desparpajo.
Me di caprichos, me cuidé más que nunca físicamente y, lo más importante, me dejé querer.
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Salí a la calle.
Quede con amigos, con conocidos, con antiguos compañeros de trabajo. Hablé de mi situación, de cómo me sentía, de qué estaba dispuesta a hacer para cambiarla. Pedí opinión, consejo, asesoramiento y los integré en la red de ideas que en mi cabeza se iban tejiendo. Mientras hacía eso, fui consciente de que había algo que había cambiado. Algo me decía que haciendo lo mismo que había hecho hasta ese momento para incorporarme al mundo laboral, ya no me serviría. Comencé a elaborar una estrategia de presencia activa en redes sociales.
Salí a la calle, conocí nuevos profesionales, nuevos puntos de vista, acudí a eventos de networking. Y me quedé con aquellos modelos de profesional buscando empleo que a mi más me interesaba. Yo quería parecerme a los que estaban de buen humor, a los que luchaban, a los que se movían, a los que eran de todo menos “parados”. Porque sabía que ahí estaba el éxito.
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Descubrí nuevas formas de comunicarme con personas.
Y ese fue un gran punto de inflexión. Cuando entendí que mi presencia en redes sociales me servía para eso, para comunicarme con personas con las que compartía muchos intereses y planteamientos profesionales, no hubo vuelta atrás. Tenía un descuidado perfil de LinkedIn, una cuenta de Twitter muerta de risa y con forma de huevo y del resto de redes ni había oído hablar. Pero si hay algo que me gusta es compartir, hablar, observar otras formas de hacer, aprender y comunicarme con personas. Y ahí se daba todo eso. Y mis redes cobraron vida. Buena parte de mi reinvención profesional ha surgido gracias a mi presencia activa en redes sociales. Ahora me apasiona utilizar ese conocimiento combinado con mi experiencia como orientadora para asesorar a otras personas que están en la misma situación que yo hace dos años.
He escrito este post con la intención de que tú dejes cuanto antes de hacer cosas que te perjudican para que pases a hacer cosas que te hagan bien.
Tengo por costumbre llevarme lo bueno de los acontecimientos que me ocurren. Si algo me llevo de esta situación por la que pasé, es que la actitud de colaboración (como la que todo el equipo de NQSPLS lleva a cabo) es fundamental cuando estás en situación de desempleo. Ser generosos para dar y también para agradecer lo que te viene de vuelta, es una habilidad a desarrollar y más cuando estamos en situación de desempleo.
Por eso, te invito a que seas la persona de la que habla esta bonita canción con la que quiero cerrar el post. Y recuerda:
-Tú puedes contar conmigo porque yo puedo contar contigo.-
«You can count on me like one, two, three
I’ll be there
and I know when I need it
I can count on you like four, three, two
and you’ll be there»
Elena Arnaiz
Twitter @elenaarnaiz , LinkedIn y Blog.
Aquí siempre encuentro post con un ingrediente en su receta que es de agradecer y es la esperanza.
Compartir experiencias vitales, hace que entendamos mejor nuestra situación e incluso a nosotros mismos, pues en ocasiones la vida nos sorprende y la vemos como un enemigo, no como un compañero con el que si tenemos buen rollo, generaremos sinergias que nos ayudan a ayudarnos.
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Mil gracias, Ideasland.
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Es que este es un espacio excelente para la colaboración, para sentir que lo mismo que te pasa a tí le pasa a mucha más gente y para aprender diferentes manera de superar una situación que en el mejor de los casos es muy complicada 🙂 Muchas gracias por tu comentario y por tu valoración Ideasland. Para mí ha sido un placer compartir mi historia.
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Me siento identificado con este excelente artículo. 🙂
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Muchísimas gracias, pepelanzapv, nos alegra muchísimo que te haya gustado.
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Pues me alegro mucho Pepe. Aceptar lo malo de nuestra situación para pasar a la acción y salir reforzados del cambio. Muchísimas gracias por tu valoración!! 🙂
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Buenos días! Bonito e inspiracional post! Es muy duro levantarte de tus cenizas cuando ocurre algo tan negativamente relevante como la pérdida de empleo, pero, desde luego, el resurgimiento te hace ser mucho más fuerte, tanto profesional como personalmente. Un placer leerte, un saludo
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Muchísimas gracias, artemisosa, por tu comentario.
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Es muy muy duro, y cuesta mucho trabajo. Y estar mal durante un tiempo forma parte del proceso normal. Pero está en nuestra mano acortar el «temporal» y pasar directamente a la acción. Totalmente de acuerdo contigo en el enriquecimiento en todos los sentidos y muy agradecida por tus generosas palabras Artemisosa. El placer es mío!!! Saludos!
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Felicidades Elena y No más lunes al sol. Un Post muy bueno con el que es fácil sentirse identificado. Enhorabuena a los dos por la labor de apoyo a las personas desempleadas y Elena felicidades por tu blog, has empezado con un buen Post, te seguiré leyendo.
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Muchísimas gracias Lourdes! Para mí siempre es un placer colaborar con esta iniciativa. No dejaré de hacer cuanto esté en mi mano, por hacer llegar un mensaje que invite a la acción, al «se puede» y al » vas a tener que currártelo mucho, pero lo vas a conseguir» . Me alegran mucho tus palabras y sentir tu apoyo. Un abrazo!!!
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Muchísimas gracias, Lourdes. Fuerte abrazo.
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Felicidades ahijada. Esa es la actitud. Salir de situaciones difíciles con éxito,no es fácil. Eso lo hAcen las personas valientes tú eres fuerte y valiente. Hay que seguir como haces tú y no llorar y auto compadecerse eternamente. Te quiero ahijada. Es una suerte estar rodead de personas optimistas. Mil besos.
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Y yo a tí más madrina!!! Lo que es una suerte es contar con personas como tú de ejemplo y de referente!! Mucho mucho por aprender de tu valentía y de tu fuerza (no hay genética de por medio, pero en algo tenía que salir a tí verdad? En eso y en el chocolate, jajaja 😉 ) Mil gracias y millones de besos!
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Mil gracias a ti y muchos besos. Ah, y lo del chocolate es muy cierto jajaja….
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[…] Te invito a que lo leas aquí: […]
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Muy bien hecho Elena. Como siempre. Te quiero ahijada. Muchos besos.
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Hola Elena, un artículo estupendo! refleja como nos sentimos cuando nos encontramos desempleados, pero he aprendido que hay que sacar nuestra fuerza interior y luchar por lo que queremos.Gracias por compartir tus vivencias.Un saludo María Juanes
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Muchas gracias, María Juanes, por tu comentario a Elena.
Feliz tarde.
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