En el post que escribí, «Cuando los recursos terminan… Somos capaces de crear nuevos caminos», terminé formulando una pregunta:
¿Existe la SUERTE?
Federico Romero, www.ideasland.com, quiso aportar su reflexión, respondiendo a la pregunta, con el siguiente post. Gracias por hacerlo, Federico.
«La suerte de creerse afortunado»

Ahora os contaré lo que pasó un día en la sede del banco central. Era muy de mañana y las oficinas ya estaban con bastantes personas resolviendo sus temas financieros.
El ambiente era algo tenso, pues las personas estaban presas de esa prisa sin sentido que nos ahoga en nuestra monotonía y nos hace pensar de forma paranoide que debemos vigilar porque todos quieren colarse ante el más mínimo descuido, al mismo tiempo que intentamos evitar el contacto humano sumergiéndonos en la prensa o jugueteando con el móvil.
Cuando todo parecía indicar que sería un día más que pasaría sin pena, ni gloria, de repente un grupo de ladrones profesionales que se encontraban distribuidos por la entidad de forma estratégica, sacaron sus armas y nos arrinconaron a todos a una sala contigua, mientras tanto vaciaron las cajas y como las personas retenidas mostraban un comportamiento un poco errático, uno de los atracadores decidió soltar unos tiros de advertencia, para así reconducir la situación y someter a su voluntad a las personas que allí estábamos. La verdad es que todo ocurrió muy rápido ya que su tiempo estaba limitado y salieron con celeridad, antes de que llegase la policía.
A los pocos minutos de irse los cacos llegó la policía y se avisó a los servicios de urgencias, ya que dos personas habían sido heridas en el brazo, para que el correr de la sangre inmovilizara con miedo al resto de personas, ya que de no ser así podría esperarse con mayor probabilidad algún comportamiento heroico, no deseable por los atracadores.
Después del susto, la policía tomó declaración a todos los presentes y apuntó sus datos personales por si necesitaba ponerse en contacto más adelante. Los empleados se mostraron preocupados por la cobertura del seguro y si los costes para la entidad financiera pondrían en riesgo sus trabajos, para los clientes la intensidad del momento y el saldarse sin ninguna víctima les aliviaba del mal trago pasado y magnificó la emocionalidad de sus relaciones personales en los días próximos al atraco.
Una vez terminada la recolección de datos, fueron al hospital en busca del testimonio de los dos heridos.
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Al relatar los hechos el primero manifestaba:
… He tenido muy mala suerte, pues la verdad no acostumbro a venir al banco y para una vez que vengo tiene que ocurrir un atraco y yo ser uno de los heridos….
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Para el segundo la valoración era:
… He tenido muy buena suerte, pues era un equipo bien coordinado y profesional del crimen. Pienso que para una vez que me veo envuelto en una situación tan crítica, sólo estuve a un palmo de un tiro a mi corazón o mi cabeza y se puede decir que hoy volví a nacer….
… Hoy podré disfrutar de mi pequeña, de mi compañera, de mis amigos, de mis familiares, de seguir vivo …
El policía quedó perplejo y se preguntaba ¿tenía mala suerte el primero o buena suerte el segundo?
Ya que objetivamente a los dos les había pasado lo mismo. Nuestra capacidad para formular profecías, nos lleva a interpretar la realidad, para que se cumplan nuestras expectativas y por esto son tan importantes las actitudes.
Vivimos inmersos en una interpretación personal de la realidad que es única y en ella cada personaje decide su guión siendo responsable de su felicidad y corresponsable de la felicidad ajena.
El agente cerró su investigación, con la conclusión de que no existe la buena o mala suerte, sólo las personas afortunadas y desafortunadas, aunque estas lo son, antes de que pase cualquier suceso.
Actualmente, estoy en búsqueda activa de empleo como muchos de vosotros.
Federico Romero
Web personal: www.ideasland.com
Correo: Ideasland.net@gmail.com